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Empezar tu carrera en el mundo de la estética es emocionante. Tienes nuevas técnicas en tus manos, ganas de atender clientas y una cabina que empieza a llenarse de productos, aparatología y sueños. Pero entonces aparece una gran pregunta:
¿Cuánto cobro por mis tratamientos?
Ponerle precio a tu trabajo no es solo una decisión económica, también es emocional. A muchas profesionales de la belleza les cuesta cobrar lo que realmente vale su servicio, sobre todo cuando están comenzando.
Pero la buena noticia es que fijar precios puede convertirse en una herramienta de crecimiento, si lo haces con claridad y estrategia.
¿Qué implica realmente fijar precios?
Fijar precios no se trata solo de “lo que cobra la competencia”. Se trata de entender:
- Qué estás ofreciendo
- Cuánto te cuesta
- Cuánto valor estás aportando
- Qué metas tienes para tu negocio
Tus precios deben cubrir tus costos, generar utilidad, permitirte reinvertir en tu formación y, sobre todo, reflejar el valor de tu trabajo.
Paso 1: Calcula tus costos reales
Aunque estés recién comenzando, no puedes poner precios sin saber exactamente cuánto cuesta cada servicio. Aquí algunos aspectos que debes incluir:
- Productos utilizados: ampollas, mascarillas, serums, desechables
- Gastos operativos: alquiler del espacio, luz, agua, limpieza
- Tiempo invertido: cada hora tuya tiene valor
- Capacitación y herramientas: todo lo que has invertido en aprender y equiparte
- Costos indirectos: marketing, redes sociales, plataforma de citas, uniforme, etc.
Haz una tabla sencilla con todos estos datos. Suma el costo por servicio y añade un porcentaje de ganancia razonable. ¡Ese será tu punto de partida!
Paso 2: Considera tu formación y nivel de experiencia
Estás cobrando no sólo por un procedimiento, sino por todo el conocimiento que tienes detrás.
- ¿Cuántos cursos has tomado?
- ¿Cuáles son tus especialidades?
- ¿Qué resultados puedes garantizar?
Si estás comenzando, es válido poner precios de introducción. Pero incluso si estás en tus primeras prácticas, recuerda: tu tiempo, tu esfuerzo y tu preparación tienen valor.
A medida que ganes seguridad y experiencia, tus precios deben crecer contigo.
Paso 3: Identifica tu valor diferencial
¿Qué te hace diferente a otras esteticistas en tu zona?
¿Ofreces un diagnóstico facial detallado?
¿Acompañas con seguimiento personalizado?
¿Trabajas con productos premium?
¿Ofreces una experiencia relajante o educativa?
Todo esto suma a tu propuesta de valor. Y eso también se cobra.
Cuando una clienta paga por un tratamiento estético, no paga solo por la limpieza o la mascarilla: paga por la seguridad, el conocimiento y la experiencia que tú le ofreces.
Estrategias que puedes aplicar desde hoy
Ya tienes la base. Ahora pasemos a las estrategias prácticas:
Arma tu lista de servicios
Ten un catálogo claro, con nombres profesionales y tiempos definidos. Ejemplo:
- Higiene facial profunda – 60 min
- Peeling químico suave – 45 min
- Microneedling con vitaminas – 60 min
Esto no solo te ordena, sino que genera más confianza en quien te consulta.
Establece precios escalonados
Puedes tener:
- Precio inicial (si estás practicando bajo supervisión o recién formándote)
- Precio regular (una vez que tengas seguridad en el tratamiento)
- Precio premium (para tratamientos combinados, con aparatología o de resultados más rápidos)
Esta estrategia te ayuda a subir precios de manera natural.
Crea paquetes o promociones inteligentes
Si estás comenzando, ofrecer un paquete (ej. 3 sesiones a un precio especial) puede ayudarte a fidelizar sin devaluar.
También puedes agregar valor sin bajar precios: incluir una guía post-tratamiento, una mini sesión de relajación, un seguimiento por WhatsApp, etc.
Evita estos errores comunes al poner precios
- Copiar precios de otras sin evaluar tu situación. Lo que le funciona a una, puede no ser sostenible para ti.
- Regalar tu trabajo para atraer clientas. A la larga, esto te quita energía y profesionalismo.
- Tener miedo de subir precios. ¡Tu crecimiento debe reflejarse en tu tarifa!
- No explicar tu valor. Cuando comunicas bien lo que ofreces, el precio deja de ser el único factor de decisión.
Bonus: Fijar precios también es un acto de amor propio
Sí, así como lo lees.
El día que entiendas que mereces cobrar lo justo por tu trabajo, tu relación con tu negocio cambiará.
Tus clientas lo notarán, y atraerás a las personas correctas: aquellas que valoran tu conocimiento y se comprometen con sus resultados.
Recuerda: cobrar más no significa ser “interesada”, significa profesionalizar tu vocación.
Y eso también es parte de la estética con ética que promovemos en Medilight Academy.